También conocido como principio de mínimo privilegio, es un enfoque de seguridad que limita el acceso y los permisos de los usuarios a lo esencial para realizar sus tareas.
Este principio, que se aplica en el diseño de sistemas informáticos y procedimientos operativos, busca reducir el riesgo de daño o pérdida de datos en caso de errores de usuario, fallos de sistema o ataques cibernéticos.
El mínimo privilegio ayuda a mitigar el impacto de la violación de un usuario o sistema, limitando las acciones que puede realizar un actor malintencionado.